Un día de verano, dos urbanitas de esos que ven películas ‘de las de leer’, decidieron cambiar las salas de cine y los DVD por el senderismo. Acababan de ver ‘Into the Wild’ (en versión original subtitulada, por supuesto), la película de Sean Penn en la que un joven abandona el mundo civilizado para poner rumbo a Alaska y entrar en contacto con la naturaleza.
Como Alaska les pillaba un poco lejos decidieron ir a la sierra de Espadán. No conocían rutas por allí, así que buscaron en Internet y escogieron la primera que encontraron. Su recorrido empezaría en Aín, subirían a la peña Pastor, de ahí al pico Picaio, seguido del pico Espadán, visitarían la cueva del toro, llegarían a Alcudia de Veo, y desde allí volverían a Aín. Diecisiete kilómetros.
Al llegar a Aín, un par de gatos les recibieron el aparcamiento. Uno de ellos les acompañó hasta el sendero que sube a la peña Pastor, a un kilómetro de distancia. Uno de los urbanitas, que de pequeño fue a un campamento de los scouts y se veía hecho eso del senderismo, mostró su preocupación por el felino: «A ver si no sabe volver». Craso error, el bicho se orientaba bastante mejor que ellos.
Al poco de llegar al sendero, perdieron la pista de los hitos y las marcas que indicaban por dónde seguir. Estaban en el barranco del Picaio, y pensaron que los más lógico era escalar por el, seguro que la ruta continuaba por ahí.
Para ser una ruta de dificultad moderada, lo de escalar el barranco les estaba resultando un poco complicado. El más patoso de los urbanitas resbaló y se quedó colgado como Tom Cruise en ‘Misión imposible’. Nunca estuvo tan cerca de parecerse a él.
Tras escalar la pared rocosa se encontraron con el sendero, y siguiéndolo llegaron a un merendero que pensaban que estaba después de la peña Pastor y del pico Picaio. Se habían confundido de merendero, pero eso ellos no lo sabían, así que siguieron las indicaciones como si estuvieran en el lugar correcto.
Al llegar a una bifurcación que señalizaba varios caminos, entendieron que se habían vuelto a perder, así que decidieron dejar el monte para los buscadores de madera de alcornoque y volver a Aín siguiendo la carretera, como buenos urbanitas.
Al llegar al pueblo notaron que los gatos les miraban con aire de superioridad. De regreso a casa, el urbanita patoso propuso un plan:
– Tengo, el DVD de ‘El renacido’, una de un explorador que…
– ¡Déjate de exploradores! A partir de ahora solo voy a ver películas de gordos sedentarios.
El urbanita patoso besó el asfalto de la carretera cuando la encontraron.